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¿La ihalas, bebes o transpiras? |
La envidia por mucho tiempo se ha
sostenido que es un sentimiento de molestia, coraje o furia por no poseer o no
conquistar lo que otras personas sí. Yo
voy más allá al agregar que la envidia además de sentimiento es energía; una
energía muy difícil de controlar.
No existe ser humano al que la
envidia lo mueva sin querer. La envidia
no es fortuita, por el contrario, es aprobada.
La envidia primitiva se muestra como inexplicable repulsión hacia
los demás o hacia su obra. Se presenta
como un recelo incontenible y transparente.
La envidia primitiva tiene la característica de ser muy expresiva.
La envidia moderada es aquella que se da por afinidad. La padece quien menosprecia, desdeña o
rechaza a la persona y a su obra por afinidad con quien sufre la envidia
primitiva. La envidia moderada usa como
principal herramienta la hipocresía y el falso desconocimiento, muy a menudo de
manera muy burda.
La envidia sistemática es el tipo de envidia calculada donde el
individuo que la porta intenta usarla para su beneficio. Su necesidad de ser parte de algo ó ser
alguien ante otros lo obliga a moldearse de manera impresionante de acuerdo a
la situación que le sea prioritaria. El
envidioso sistemático es hábil en las relaciones públicas, pero poco hábil en
sostener su careta por mucho tiempo.
Hace uso del buen lenguaje y de un trato considerado como respetuoso aunque su finalidad sea irrespetar
afectando a quien le inspira la sensación de envidia; para ello recurre a los
viejos trucos de la trilogía del dolo: La simulación, la omisión y el engaño.
Ahora, usa la explicación como una lente y observa desde esta óptica el hip hop en México. Ve el panorama completo con productores, grupos, groupies, medios y plumas incluidos. El resultado que tu observación arroje es para ti.
Hay una vacuna sola contra la
envidia: Sigue conquistando cosas hasta
que te vean inalcanzable.
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