martes, 13 de septiembre de 2016

La envidia: Desde lo primitivo a lo sofisticado

¿La ihalas, bebes o transpiras?

La envidia por mucho tiempo se ha sostenido que es un sentimiento de molestia, coraje o furia por no poseer o no conquistar lo que otras personas sí.   Yo voy más allá al agregar que la envidia además de sentimiento es energía; una energía muy difícil de controlar.

No existe ser humano al que la envidia lo mueva sin querer.  La envidia no es fortuita, por el contrario, es aprobada.

La envidia primitiva se muestra como inexplicable repulsión hacia los demás o hacia su obra.  Se presenta como un recelo incontenible y transparente.  La envidia primitiva tiene la característica de ser muy expresiva.

La envidia moderada es aquella que se da por afinidad.  La padece quien menosprecia, desdeña o rechaza a la persona y a su obra por afinidad con quien sufre la envidia primitiva.  La envidia moderada usa como principal herramienta la hipocresía y el falso desconocimiento, muy a menudo de manera muy burda.

La envidia sistemática es el tipo de envidia calculada donde el individuo que la porta intenta usarla para su beneficio.  Su necesidad de ser parte de algo ó ser alguien ante otros lo obliga a moldearse de manera impresionante de acuerdo a la situación que le sea prioritaria.  El envidioso sistemático es hábil en las relaciones públicas, pero poco hábil en sostener su careta por mucho tiempo.  Hace uso del buen lenguaje y de un trato considerado como respetuoso aunque su finalidad sea irrespetar afectando a quien le inspira la sensación de envidia; para ello recurre a los viejos trucos de la trilogía del dolo: La simulación, la omisión y el engaño.

Ahora, usa la explicación como una lente y observa desde esta óptica el hip hop en México.  Ve el panorama completo con productores, grupos, groupies, medios y plumas incluidos.   El resultado que tu observación arroje es para ti.


Hay una vacuna sola contra la envidia:  Sigue conquistando cosas hasta que te vean inalcanzable.

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